Los voceadores, o como comúnmente la gente los conoce, 'Vendedores de Periódico', populares por ofrecer los diarios en el tráfico y cruces de la ciudad vestidos con el logo de sus editoriales gritando las
noticias de la primera plana, por este motivo el apodo de “voceadores”. Sin embargo, con el avance de internet, este empleo se fue deteriorando cada vez más, hoy en día vemos escasos puestos de periódicos y no tan abastecidos precisamente de ellos. Esta es la lucha de los voceadores en la Ciudad de México.
Cada puesto lo vemos repleto de papas, chicles, caramelos y cigarros para los peatones que apetezcan uno, también un refresco para el calor, la situación llamó mucho la atención de esta reportera, así que me di a la tarea de entrevistar a un voceador, Miguel Tapia vendedor de periódicos y revistas.
El puesto está localizado entre Av. Zapatas y Valle de Florido, en la colonia Bosques de Aragón. Al iniciar la entrevista el señor Miguel se encontraba dudoso de contestar mis preguntas pues le parecía extraño que alguien se interesara por lo que hacía en el puesto, se imaginaba que suponía que ahí vendía droga, pero cuando le comenté que soy estudiante de periodismo y le mostré mi credencial de la universidad me tomó confianza y comenzamos a platicar.
Miguel mencionó que los diarios se los entrega una camioneta a las 4:00 am y a partir de ahí se dedica a repartirlos a todos los puestos y les cobra a los dueños una cuota junto con el precio del periódico. Él abre su puesto a las 5:00 am porque a lado venden tamales y atole, entonces los clientes de los tamales siempre le compran cigarros, galletas y en ocasiones el periódico del día, el más vendido es el Metro, pero actualmente lo que le preocupa más es mantener el sitio surtido de refrescos y papas.
Hablamos sobre cuánto tiempo llevaba con el puesto y dijo que antes de tener ese puesto era un voceador, el repartía periódico en el trafico en los semáforos de la avenida Dr. Vértiz en la Ciudad de México, su periódico era el Metro, mencionó que en ese entonces se vendía muy bien y los que le compraban eran adultos que se dirigían a sus trabajos por la mañana, también les compraban los microbuseros y taxistas de base en lo que agarraban pasaje.
Miguel platicó que en alguna ocasión lo cambiaron de zona por la Central de Abastos y le sorprendió mucho que los cargadores le compraban el periódico y les interesaba saber qué era lo que estaba pasando en el país, incluso le tenían más confianza al periódico que a la televisión, decían “en las noticias echan mucho choro, es mejor leer las noticias sin tanto rollo”.
Mencionó que en realidad el periódico ya no es lo que le da de comer ni el sustento para su puesto, dice que si le llegan a comprar pero las personas que se acostumbraron a leerlo, pero la mayoría ve todo en
Facebook y en el celular así que casi no le compran eso, pero gracias al puesto puede vender sus refrescos y cigarros que es lo que le da de comer sin hacer tanto esfuerzo.
Le planteé la idea de qué pasaría si de plano el periódico impreso desapareciera a lo que el señor Miguel me respondió que no le gustaría, pues una parte de su vida, de su rutina y de su trabajo estaría
incompleto, además de que incitaría a las personas más jóvenes a no crearse el habito de leer y eso sería muy malo.
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