Lightyear es el nuevo spinoff de una de las películas clásicas de Pixar. Es ingeniosa la manera en que se acercan a este personaje: Buzz Lightyear, a quien conocimos en Toy Story; en lugar de seguir la historia del juguete, la historia es la película de la cual el juguete se basaba.
Este filme comienza con una de las exploraciones de este comandante espacial a un nuevo planeta. Las cosas no salen como se esperaban por lo que él, su compañera y todos los que iban en la nave terminan varados en un planeta extraño y hostil.
Pasan los años y empiezan a establecerse en este lugar, pero Buzz busca encontrar la fórmula para poder llegar a la hipervelocidad y salir de ahí. El problema es que cada vez que sale al espacio para hacer el intento de llegar a esta velocidad, pasan varios años de la vida de los que están en el planeta, pero él no envejece. Aun así, sigue obstinado en lograrlo, y así pasa la vida, mientras él no deja de intentarlo.
Su compañera, Alisha, envejece y muere. Lo que le deja es un último mensaje en holograma y un compañero gato robot llamado Sox. Buzz sigue con sus intentos hasta que un día al regresar a la tierra hay un nuevo enemigo, Zurg. Lo intercepta Izzy, que resulta ser nieta de Alisha y que tiene un equipo de novatos que se vuelven sus nuevos compañeros.
En esta nueva lucha por vencer al enemigo, Lightyear debe enfrentarse a conflictos internos. Debe aprender a trabajar en equipo, a dejar su ego a un lado, a buscar lo mejor en cada situación y a enfrentarse a su error de años pasados en dónde quedan varados y aceptar su nueva realidad.
No sólo la animación es increíble, sino que creo que tiene una historia interesante, llena de acción, comedia y un mensaje relevante para los niños. Se logró una película disfrutable para toda la familia.
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