En marzo del 2019 la Organización Mundial de la Salud (en adelante OMS) lanzó una estrategia mundial contra una nueva gripa que apenas surgía. La humanidad ha vivido varias pandemias y epidemias a través de los años, así que la sociedad latinoamericana y del mundo ya tenían una percepción acerca de pandemias gracias a eventos pasados.
El descenso en la mortalidad, el incremento en la esperanza de vida, el mayor conocimiento y control sobre algunas enfermedades crónicas como el cáncer o la diabetes -por mencionar solo algunas- que se vieron favorecidas por la aparición de nuevos tratamientos, medicamentos, vacunas e intervenciones quirúrgicas menos invasivas, sirvieron para alimentar una percepción social sobre la posibilidad de erradicar las enfermedades y, con más razón, las epidemias.
La pandemia de gripe A (2009-H1N1), tuvo una baja mortalidad, causando unas 19.000 víctimas fatales y en México unos 635 muertos, durando un año.
La pandemia del COVID-19 aún no ha terminado. Datos del Financiero dicen que, hasta el martes, ha habido 63 mil 919 casos activos de COVID-19. Es decir, mientras la realización de este texto, hay personas muriendo y sufriendo contra este virus, además, de que siguen incrementando los números de pruebas, de contagios y de muertes en todas partes del mundo.
Parece que no hay un tratamiento eficaz o un medio preventivo seguro que realmente ponga un alto a este virus. Lo que se ha puesto a prueba con la pandemia es la pregunta de si la enfermedad que causa el nuevo virus tiene realmente el potencial de hacer tanto daño como para frenar el mercado global, y es que al principio eso se temía; que la economía se fuera abajo y que todo subiera de precio.
La pandemia introdujo una perspectiva social donde hubo consciencia de privilegios: quienes tuvieron los medios dinero seguro, trabajo seguro-, se convirtieron en usuarios emergentes de tecnologías de comunicación e información que han difuminado el contacto físico con sus audiencias, familias, amistades. Otros, tratando de superar su propia condición social y como pudieron según sus posibilidades.
Hasta los negocios han tenido que lidiar con nuevas formas de comprar y vender. Algo bueno que nos dejó la pandemia, es que ha crecido, aunque sea temporalmente y no sean todos, una forma de altruismo sin generosidad y sin esperar algo a cambio. Desde instituciones públicas y privadas, desde organizaciones sociales, y de manera muy notoria desde el espacio privado, se ofrecen entretenimiento y bienes culturales de todo tipo, incluso de manera gratuita.
Será interesante saber hasta qué punto las redes sociales fueron saturadas a deshoras y en tiempo de conexión, pues el encierro les cambió los hábitos a todos.
Es indudable que siga habiendo contagios y un mal control del virus que sigue dejando muertes cada día, ya han implementado varias vacunas y todavía no hay un tratamiento único y eficaz contra este virus. Sigue habiendo a este punto de contagios gente escéptica que no se ha vacunado creyendo que en lugar de ser benéfica la vacuna, les fuera a hacer algún tipo de daño adverso a su salud, prefiriendo no vacunarse.
Falta ver cómo será que evoluciona este virus, o cómo y de qué forma se erradicará si es que algún día se logra esto, y ahora con la llegada de la viruela del mono que está dejando a muchos asustados y con incertidumbre de lo que vaya a ocurrir una vez ese virus también se salga de control. Actualmente, la Ciudad de México acumula el 56% de los 252 positivos a la enfermedad.
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