El pasado 5 de abril la Cámara de Diputados aprobó las reformas a la ley general de salud con las que los hospitales psiquiátricos se transformarán en hospitales generales. El objetivo de dicha reforma es que la atención de salud mental se dé en un contexto más “comunitario”; sumado a lo anterior, se propone también que los centros de salud brinden atención mental una vez se haya capacitado al personal.
UNA DECISIÓN POLÉMICA
Quienes celebran la decisión tomada creen que, con ésta, el estigma que existe respecto a los pacientes psiquiátricos tendrá fin, además solucionaría problemáticas como el abandono y el mal trato, eso sin contar el fin de la privatización del servicio.
Por otra parte, quienes están en contra, o más bien cuestionan dicha reforma piensan que esto generaría una sobrecarga de labores en los núcleos familiares (principalmente en mujeres, claro). Otro punto es que reduciría la atención especializada que requieren algunas personas, por ello consideran que esta medida incluso va en contra de la progresividad del derecho a la salud.
No hay certeza de qué modelo garantice realmente una mejor atención en salud mental, pero de lo que sé se tiene certeza, es que se trata de una medida que tendrá mucho que analizar a nivel social, pero también político, ¿Qué tanto realmente le importa al gobierno el bienestar mental de los ciudadanos?
¿REALMENTE HAY INTERÉS EN LA SALUD MENTAL?
Se debe recordar que un 25% de personas tiene uno, o tendrá uno o más trastornos mentales o del comportamiento a lo largo de su vida, esto según la Organización Panamericana de Salud (OPS).
Pese a todo lo anterior, en México tan solo el 2% del presupuesto público se destina a salud mental, seguramente muchísimo menos de lo que se invierte en la construcción del Tren Maya o en la organización de un Mundial de futbol.
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